sábado, 5 de diciembre de 2009

Jim Bob y Michelle Duggar están esperando su hijo número 19


No soy muy aficionado a los “reality shows” de la televisión. Mis gustos van más hacia EWTN o las noticias de FOX. Dado que viajo mucho y tengo una granja, “Weather Channel” (el canal del tiempo) también es otra elección casi obligada. Sin embargo, la noticia de que los protagonistas del “reality-show” Discovery Health, Jim Bob y Michelle Duggar están esperando su hijo número 19, de alguna manera, llegó hasta mí a través del Internet.

Como podrán suponer, me alegré con la noticia. Mi esposa y yo tenemos una familia grande, aunque solo la mitad de la de los Duggars, y en el PRI alentamos a otros a hacer lo mismo. Una de mis charlas se titula “Las Diez Grandes Razones para tener Otro Hijo”. En esta ponencia le digo al público que hay abundante espacio en los jardines de Dios para todos nosotros. La izquierda, como era de esperarse, protestó ante la noticia. “¿Es que no saben que los bebés causan el calentamiento global?” se le oyó murmurar a Al Gore, mientras que David Letterman lanzó su acostumbrada ración de chistes obscenos. Para Planned Parenthood, los defensores del control de la población, no era cosa de risa. Tiene una particular animosidad hacia aquellas parejas que son generosas en acoger a sus hijos en familias numerosas. “Criadores”, nos llaman burlonamente.

Mirando a la Norteamérica de hoy, uno tendría que decir que estos anti-natalistas han ganado. Las mujeres estadounidenses tienen un promedio de sólo 2.09 hijos. Pero este promedio invisibiliza la realidad de dos conductas extremadamente diferentes en sus hábitos reproductivos. En uno de estos extremos tenemos a los solteros “latte-sipping” (tomadores de café con leche), quienes egoístamente, renuncian a los niños y al matrimonio por igual. En otro, a parejas como los Duggars, que piensan que los hijos son regalos de Dios.

Cuando el Amor se entrega a más personas, no se divide sino que se multiplica.

En la época de fundación de los Estados Unidos existían muchas familias como los Duggars. Incluso hoy en día, en el movimiento pro-vida tenemos un promedio de 3 hijos y probablemente la mayoría de nosotros conocemos al menos una pareja que tiene diez o más hijos. En mi propia familia, hubiésemos querido duplicar la cantidad de hijos y alcanzar a los Duggars pero no pudimos por razones ajenas a nuestra voluntad. Las parejas con mente generosa como los Duggars dicen, “¿Quiénes somos para rechazar cualquiera de los regalos de Dios?”. Tal generosidad, sin embargo, tiene que pagar un precio muy alto. El Departamento de Agricultura estima que, en la actualidad, criar a un niño cuesta US$ 207,800, desde su nacimiento hasta la edad de 18 años. A esto hay que sumar que en promedio el gobierno se lleva más del 40% del dinero de la familia, y en parte para pagar el costo de la Seguridad Social y Medicare de aquellos que no tienen hijos. Desde la perspectiva de aquellos que miran esto solamente como una cuestión de dólares y centavos, los Duggars son unos tontos. Están gastando una pequeña fortuna para criar a un montón de niños. Cuando Jim Bob y Michelle Duggar lleguen a la edad de jubilación, tampoco se beneficiarán personalmente de los millones de dólares en impuestos que sus hijos mayores un día pagarán al gobierno. Por el contrario, parte de este dinero irá a pagos de Seguridad Social y Medicaid de aquellos que tuvieron pocos hijos o ninguno en absoluto. En 1940 había 160 trabajadores de apoyo por cada persona que gozaba de la Seguridad Social. En el 2006 esta cifra había descendido a 3.3 trabajadores por pensionista. En el 2034 habrá solamente 2.1 trabajadores por cada persona cobrando su cheque de jubilación del gobierno. En lugar de burlarse de los Duggars por tener muchos hijos, la izquierda estéril debería agradecerles (a ellos y a todos los pro-vida) por ayudar a subsidiar su jubilación. Sin embargo, no aguanten la respiración esperando una señal de gratitud. Podría ser fatal. En cuanto a los Duggars, al igual que a los Moshers, la verdad es que no les interesa cómo funcionan los números. Ellos entienden que en las matemáticas de Dios, cuando el Amor se entrega a más personas, no se divide sino que se multiplica. Y continuará multiplicándose para siempre.

Autor: Steven W. Mosher | Fuente: Population Research Institute

lunes, 9 de noviembre de 2009

Bendita paternidad irresponsable

En un día como hoy pero de 1952 llegué a la casa de una familia numerosa, eran 6 hermanos (antes 7), el papá jornalero, empleado como agricultor, la mamá en las labores del hogar, vivían en un pueblito del Estado de Veracruz en México.

Vivían en una casa de techo de palma, las paredes de palos,el piso de tierra, la casa era de una sola pieza, más la cocina alejada unos metros por seguridad de la casa.

La comida era principalmente de frijoles, tortillas y chile; el arroz era como un lujo, la mamá decía "engañen a la tortilla", "engañar" a la tortilla era colocarla sobre la cuarta parte de un huevo, oprimir la tortilla sobre el huevo y levantarla con el sabor del huevo adherido porque el pedazo de huevo permanecía en el plato esperando que la cuarta o quinta tortilla lo levantara.

En ese pueblo a falta de gas se cocinaba con leña, tampoco había energía eléctrica y por consecuencia ninguna familia tenía o podía tener aparatos electrodomésticos.

En aquel tiempo no existían tantos aparatos electrónicos como ahora. Los Reyes Magos o Santa Claus no les llevaban juguetes a los niños.

Pues yo nací en ese hogar, y de ninguna manera te quiero decir que nací en un hogar pobre, porque la pobreza solo la ven las personas mayores. Cuando somos niños no nos damos cuenta, porque disfrutamos lo que hay.

Como te darás cuenta mis padres desconocían, y ni podían escuchar por radio y TV los conceptos actuales de Paternidad responsable, control natal, sexo seguro etc.

Hoy al cumplir 57 años lo celebro agradeciendo a mis padres por esa "BENDITA PATERNIDAD IRRESPONSABLE", digo bendita porque Dios fue su cómplice al permitirme la vida en un ambiente (como diríamos ahora) no adecuado por no existir la capacidad educativa, económica,etc. que se debe dar en la paternidad responsable que tanto promocionamos en la época actual.

Ahora entiendo como octavo hijo el por qué: “LA ILÓGICA DE DIOS ES MAS SABIA QUE LA LÓGICA O EL RAZONAMIENTO HUMANO".

Olvidaba decir que esa "paternidad irresponsable" no terminó conmigo, mis padres continuaron y cuando yo tenía 2 o 3 años nació "la Tere" la novena hija,..... y ....mis papás Simón y Zeferina, siguieron y siguieron... y el próximo 15 de agosto, si Dios nos los permite estaremos celebrando los 8 hermanos sobrevivientes, esposas, nueras, hijos, sobrinos, nietos y biznietos, los 50 años de la llegada de la Décima: la Doris, la hermanita mas pequeñita.
Saludos cariñosos JDC

Extraido de Catholicnet.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Tucuman le dijo sí a la vida


Este fin de semana largo se realizó, en Tucumán, el 24 encuentro nacional de mujeres y, a diferencia de lo que usualmente ocurrió en otras provincias, donde se realizaron los anteriores encuentros, no pudieron conseguir las adhesiones abortistas, sino todo lo contrario.

Las organizadoras no salían de su asombro, acostumbradas a hacer, decir, y hacer decir lo que querían, se encontraron con mujeres preparadas, firmes en sus valores, y en número suficiente como para hasta tener mayorías en algunos de los talleres. Las mujeres tucumanas supieron doblegarlas.

Las supuestas 15.000 mujeres que vinieron a Tucumán, creían que venían a hacer un trámite, pero luego de la derrota que sufrieron, se las vio alejarse de a grupitos, cada una a su ómnibus, de vuelta a casa. “Nos entregaron”, “a quien se le ocurrió venir a Tucumán”, “no volvemos nunca más acá” se escuchaba decir entre ellas, en un tono de enojo y bronca.

Lo que estaba ocurriendo era el corolario de un fin de semana que fue duro, pero la peor parte se lo llevaron las abortistas que fueron ampliamente superadas en los talleres, con en argumentos sólidos y firmes (hace casi un año que las mujeres tucumanas se venían capacitando). En algunos talleres, las activistas, superadas por la razón, abandonaron los talleres para juntarse en el patio central a cantar contra la iglesia. Al ver que los talleres continuaban recurrieron a expulsar por la fuerza a las que defendían la vida desde la concepción. (Escuela Mármol).

A la hora de la marcha, a pesar del número, las pintadas, los escupitajos, naranjazos, piedras, golpes, botellazos y obscenidades que debieron soportar los laicos que custodiaban las iglesias, no lograron apagar las voces que quienes continuaban rezando a viva voz.

Inclusive la casi totalidad de las mujeres participantes, expresamente, desviaron su marcha para no pasar frente a la Catedral, dejándolas solas y en evidencia, a las menos de 300 activistas que fueron a hostigar a hombres y mujeres que cuidaban la Catedral. Acción que no paso a mayores, gracias a la entereza de los custodios, las dejaron decir y hacer, hasta que, cansadas, volvían sobre sus pasos.

Pero no todo terminó allí, a la hora de leer las conclusiones, y luego de escuchar en forma continua que en los talleres junto a sus opiniones se marcaba la posición de mujeres pro-vida y pro-familia, comenzaron las agresividades verbales, trabas en las lecturas, e inclusive recurrir al infantil método de controlar la mesa de sonido, bajando el volumen cuando no les convenía. Pero eso fue rápidamente evitado.

Ya pasadas las 14 hs, seguía un grupito mínimo, que cantaban los mismos estribillos inconducentes.

Solo resta asegurarse que lleguen las VERDADERAS conclusiones.

Los medios de comunicaciones son el medio idóneo para que lo que se concluyó en Tucumán, se sepa.

Como en 1812, se volvió a ver TUCUMANOS firmes y valientes.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Familia numerosas: Multiples ventajas para los hijos


Se le considera familia numerosa a aquella en donde hay 3 o más hijos, lo cual en estos tiempos es algo escaso por distintas razones que no vienen al caso. Lo importante es conocer las ventajas que tienen los niños que crecen en una familia donde hay más hermanos y cómo esta situación los ayuda a formarse desde pequeños.

Ventajas de los hijos

Si bien es cierto que el carácter viene determinado desde el mismo momento en que el ser humano es concebido, la mayoría de los aspectos de la personalidad evolucionan dependiendo de la educación y el contexto donde se crece. Los hijos de familias numerosas, se forman en unas condiciones diferentes que los llevan a desarrollar algunas habilidades con más facilidad. Citamos algunas:

*Aprenden a compartir con mayor facilidad, son generosos por naturaleza.

*Son más independientes y autónomos.

*Se les desarrolla el espíritu de servicio desde pequeños.

*Tienen un alto sentido de tolerancia, debido a que deben aprender a convivir con más personas.

*Son menos caprichosos, saben que sus padres no se pueden concentrar únicamente en ellos.

*Son más sensibles a las necesidades y bienestar de los demás, independiente que sean de su familia o no.

*Valoran la familia y se preocupan por cada miembro de ella.

*Son hijos proactivos, en vez de lamentarse se ocupan en actuar.

*Se crean relaciones de amistad entre los hermanos.

*Tienen un alto grado de responsabilidad, pues desde pequeños tienen a cargo las labores del hogar y el cuidado de sus hermanos.

*Son propensos a madurar más rápido, deben afrontar retos y dificultades desde las primeras edades.

*Son consientes del esfuerzo que hacen sus padres por darles los bienes materiales y por ello, tienden en menor medida, a hacer mal uso de los recursos (dinero, energía, agua, útiles escolares, alimentos, etc.)

*Son hijos que están siempre acompañados y crecen en un ambiente hogareño.

*Poseen una gran tolerancia a la frustración, lo que lleva a una alta autoestima.

*Son individuos más comprensivos ante las situaciones difíciles y asumen las adversidades con entereza y fortaleza.

*Debido a las condiciones económicas y demás circunstancias, estas familias suelen acudir a un ser superior y así fortalecerse espiritualmente.

No sobra decir que las características expuestas anteriormente son el patrón general que desarrollan los hijos cuando reciben una buena educación de sus padres y son criados bajo un ambiente amoroso, sano y una familia sólida. No obstante, habrán casos excepcionales en que los niños no se comportan de esta forma y se revelan ante tener que compartir sus juguetes, su habitación, recibir las herencias de sus hermanos mayores, etc. Sin embrago, esto obedece al tipo de personalidad y carácter, los cuales deberán ser tratados por los padres para ayudarles a adquirir ciertas virtudes.

En resumen, la familia numerosa bien constituida, es un ejemplo de amor, tolerancia, disciplina, capacidad de compartir, generosidad, respeto, orden y demás valores que hacen que sus miembros experimenten un invalorable aprendizaje para la vida.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Mitos sobre la familias numerosas



Estoy un poco cansado de como nuestros políticos y los medios de comunicación constantemente manipulan las cifras para hacernos ver que vamos de mal en peor y que estamos a punto de colapsarnos. Cuando la verdad es que no saben como sanear sus finanazas, y en lugar de atacar frontal y decididamente sus vicios internos siempre buscan por medios propagandisticos pasarnos la factura.

Quisiera que pudieramos tratar sobre estos principales mitos (para mi lo son).

SOBREPOBLACION.

- Si juntaramos a los seis mil millones de hijos de Dios en este mundo y los pusieramos hombro con hombro, todos cabrian en la superficie total del estado de Texas y Lousiana.
- Gracias a las políticas depredatorias de muchos países y a la corrupción, más de la mitad de esta sobreproducción se pudre.
- Entre mayor población mayor pobreza. Bastan cuatro ejemplos: Japón y Corea del Sur estan densamente poblados; Somalia y Etiopia tienen una densidad poblacional 200 veces menor que la de los paises anteriormente mencionados.

ESCASEZ DE RECURSOS NATURALES.

- Hay mejores técnicas de agricultura que han permitido producir más de lo que actualmente consumimos.
- La contaminación de los mantos acuiferos no se debe al exceso de población, solo unas cuantas de las mayores transnacionales se encargan "eficientemente" de esta tarea, y también son responsables de la mayor parte del consumo.
- Todavia quedan por descubrir varios yacimientos minerales.
- Y aun queda el ingenio humano que puede transformar practicamente cualquier cosa. Queda mucho por descubrir.

REALIZACIÓN DE LA MUJER

- Es muy extendida la idea de que el ser madre representa un fracaso profesional en la mujer.
- Como profesionista la mujer se realiza solo ella; como madre se realiza ella además de ayudar a la realización de sus hijos e hijas.
- Como madre la mujer ejerce diferentes profesiones: chef, psicóloga, ingeniero industrial, decoradora, jardinera, promotor vocacional, economista, comerciante, etc.
- Si se pagara un salario por ser madre se ganaria mucho mas que en cualquier puesto directivo.


lunes, 27 de julio de 2009

Padres al por mayor de familias singulares

Los Klappenbach, Jantus, Dickson y Elizalde dicen que vale la pena tener muchos hijos; la clave es organización y disciplina

  • Llaman la atención en un mundo donde el grupo familiar tipo tiene dos hijos
  • Cómo hacen con la ropa, la comida, los estudios
  • Para ellos no hay vacaciones

Padres al por mayor de familias singulares

Malcolm Dickson, un vecino de Tigre, recibirá hoy nueve saludos en su día y se considera un afortunado Foto: Jorge Bosch

Diecisiete veces padre. Cuando Horacio Klappenbach noviaba con su actual mujer, Carmen García Llorente, ambos decían que querían tener muchos hijos, que 16 era un buen número. Se pasaron por uno. Rafael de Elizalde, yerno de Klappenbach, todavía se asombra de su suegro, pero va por siete chicos, incluidas trillizas.

Alejandro Jantus también soñaba con varios hijos, aunque era consciente de que tal vez no le llegara ninguno. Recibió 11. Malcolm Dickson pensaba que engendrar cuatro ya era generosidad. El impacto que le produjo el primero hizo que llegara a nueve.

En una Argentina caracterizada en otras épocas por sus familias numerosas, hoy llaman la atención los padres que se animan a dar vida al por mayor, conscientes del esfuerzo, sacrificio y las privaciones que significa. Dicen que vale la pena.

"Con el primero la impresión es notable, pero la mezcla de responsabilidad y esperanza que se apodera de uno en ese momento se repite con el nacimiento de cada uno", explicó Jantus, escribano de 70 años, que vive en Tigre. Para Dickson, empresario marítimo de 47 años, ese instante se convirtió en una experiencia religiosa. El y su mujer, Erica, tenían la idea de tener una familia mayor que lo convencional.

"Hoy son dos, pero en ese momento lo normal era tres hijos, pensábamos que con cuatro estaba bien", contó Dickson. "Al tener el primero nos dimos cuenta de que un hijo es un regalo de Dios, y que no podíamos decir que no a semejante don", dijo.

Aunque coinciden en que hoy no es común ser padre de tantos hijos, lo consideran natural. "Es una ironía, nos miran como bichos raros cuando lo normal en la naturaleza es que la familia sea numerosa", dijo Jantus.

Rafael de Elizalde, de 40 años y que trabaja en telecomunicaciones, cuenta que en las caras de amigos y conocidos encuentra dos expresiones: de "¡Qué locura, pobre tipo!" o "¡Fantástico!"

"No tenemos soledad"

"Sorprende la cantidad de gente que luego lo encuentra atractivo, entre otras cosas porque si hay algo que no tenemos es soledad", agregó.

Para educar al por mayor, se les pidió la receta, ya que según ellos multiplicar los métodos y los números por docenas no es una solución. Klappenbach, con la experiencia de 70 años y sus 17 hijos (uno de ellos sacerdote y dos murieron de pequeños), aconsejó, como primera medida, no tener miedo. Y mucha organización, algunos límites y dedicar todo el tiempo posible a los hijos y a la mujer, que es el núcleo de la familia. Estar con ellos en cada etapa de su vida es indispensable, dice Klappenbach, que, ya jubilado, sigue ayudando con las tareas escolares de sus nietos: les busca información en Internet y así se comunica con su prole desparramada por todo el país y en algunos otros lugares del mundo.

Cuando van creciendo se ayudan y se educan entre ellos. "Muchas veces los más grandes me decían que a los más chicos los tratábamos como a nietos. Tienen razón, pero además de estar más ablandados tenemos que defenderlos de sus hermanos mayores", justificó Klappenbach.

Dickson dijo que a todos les dan lo mismo y a cada uno lo que necesita. "Aunque pueden parecerse físicamente, cada uno tiene su personalidad y se los educa para que sean independientes", agregó.

Elizalde intenta, a través de la perseverancia, disciplina y organización, inculcarles valores que los conviertan en personas nobles, en luchadores. Aunque la empresa en la que trabaja tiene su oficina central en Buenos Aires, él armó un búnker en casa. "Les preparo el desayuno, los llevo al colegio y juego con ellos, pero también les exijo mucho, a través de pequeñas responsabilidades", contó.

Receta para llegar al día 30

Cómo llegan a fin de mes estas familias, con tantas bocas que alimentar, zapatos que comprar y un sinfín de cosas más, es el mayor interrogante.

"Hay que trabajar mucho, pero se puede si se lleva una vida austera y sencilla", contestó Dickson.

Según Elizalde, donde come uno comen dos y así sucesivamente. No sobra, tampoco falta. En el menú abundan platos económicos que alimenten: guisos, fideos, papas y pollo. En lo de Klappenbach, las milanesas provocaban carreras. La ropa también es la justa y en su mayoría, heredada. Con los libros del colegio pasa igual.

Aunque sorprenda, las casas, siempre llenas y muy vividas, suelen estar ordenadas. "Es para que la usen, pero también hay que educar para que la cuiden", dice Elizalde en el living despojado de su casa, muy a la moda.

Las camas, en la mayoría de los casos, son cuchetas. Para bañarse, turnos establecidos. Y las tareas de la casa son responsabilidad de todos, aun de los más chicos. "Un chico de cuatro años hace la cama mal, pero a los seis ya le sale perfecta", cuenta Jantus.

Salir de vacaciones casi siempre es un imposible. "Ninguno de mis hijos viajó en avión", graficó Elizalde, que, por su trabajo, pasa gran parte del mes arriba de ellos. El padre de Dickson llevó de vacaciones a cinco nietos. La primera noche, el abuelo Dickson no salía de su asombro cuando vio que los niños levantaron los platos y los iban a lavar. Al otro día, no querían bajar a desayunar sin tender las camas. "¡No tenían idea cómo funciona un hotel!", dijo.

"No hay moneda ni diversión que pague ver nacer, crecer y desarrollarse a un hijo", dijo Elizalde. "No es por religión, es una razón de ser, un fundamento de vida y una entrega de amor y generosidad", definió. Los padres de familias numerosas hoy no son la mayoría en la Argentina. Pero tampoco son pocos.

Por Graciela Arias
De la Redacción de LA NACION

lunes, 20 de julio de 2009

Derecho a ser feliz


Rigurosa actualidad.


"Yo tengo derecho a ser feliz" me decía ayer un amigo al anunciarme su propósito de abandonar a su mujer y a sus hijas para formar una nueva familia con otra mujer.
Me impresionaba que una persona adulta e inteligente estuviera decidida a echar por la borda quince años de vida familiar arguyendo que la felicidad es un derecho como los de la Declaración universal de derechos humanos.

No es fácil aclararse sobre a qué llamamos felicidad. Algunos creen que es un estado de ánimo y pretenden encontrarla en la euforia de la borrachera o de la droga o en los libros de autoayuda.
Para otros, es la satisfacción de todos los deseos y, como están insatisfechos, se sienten casi siempre tristes.
De hecho, lo que está más en boga es la identificación de la felicidad con el sentirse querido, con el estar enamorado. Quizá por ese motivo vuelan por los aires tantos vínculos matrimoniales, esclerotizados por la erosión del tiempo, el aburrimiento mutuo o el desamor infiel.

Ya Aristóteles, hace más de dos mil trescientos años, advirtió que la felicidad no era algo que pudiera buscarse directamente, esto es, algo que se lograra simplemente porque uno se lo propusiera como objetivo. Como todos hemos podido comprobar en alguna ocasión, quienes ponen como primer objetivo de su vida la consecución de la felicidad son de ordinario unos desgraciados. La felicidad es más bien como un regalo colateral del que sólo disfrutan quienes ponen el centro de su vida fuera de sí.
En contraste, los egoístas, los que sólo piensan en sí mismos y en su satisfacción personal, son siempre unos infelices, pues hasta los placeres más sencillos se les escapan como el agua entre los dedos.
Me gusta pensar que, en vez de un derecho, la felicidad es un deber.
Los seres humanos hemos de poner todos los medios a nuestro alcance para hacer felices a los demás; al empeñar nuestra vida en esa tarea seremos nosotros también felices, aunque quizá sólo nos demos cuenta de ello muy de tarde en tarde.
Viene a mi memoria un programa religioso para jóvenes en la televisión española de los sesenta que tenía como lema: "Siempre alegres para hacer felices a los demás".
¡Cuánta sabiduría antropológica encerrada en una fórmula tan sencilla!

Creer que los seres humanos alcanzamos la felicidad acumulando dinero o coleccionando mujeres (u hombres) como si fueran trofeos de caza es un grave error antropológico.
El secreto más oculto de la cultura contemporánea es que los seres humanos sólo somos verdaderamente felices dándonos a los demás.
Sabemos mucho de tecnología, de economía, del calentamiento global, pero la imagen que sistemáticamente se refleja en los medios de comunicación muestra que sabemos bien poco de lo que realmente hace feliz al ser humano.
La felicidad no está en la huida con la persona amada a una paradisíaca playa de una maravillosa isla del Caribe, abandonando las obligaciones cotidianas que, por supuesto, en ocasiones pueden hacerse muy pesadas.
La felicidad no puede basarse en la injusticia, en el olvido de los compromisos personales, familiares y laborales, tal como hacen algunos de los personajes de Paul Auster que cada diez años huyen para comenzar una nueva vida desde cero.
La felicidad -respondí a mi amigo con afecto- no es un derecho, sino que es más bien resultado del cumplimiento -gustoso o dificultoso- del deber y aparece siempre en nuestras vidas como un regalo del todo inmerecido, como un premio a la entrega personal a los demás, en primer lugar, al cónyuge y a los hijos.

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*Jaime Nubiola es profesor de filosofía en la Universidad de Navarra y profesor del Doctorado en Filosofía de la UNT (jnubiola@unav.es). Copyright: La Gaceta de los Negocios (Madrid) y EL SIGLO de Tucumán (Argentina) 2007.

jueves, 18 de junio de 2009

A las familias numerosas




A las familias numerosas
A las familias numerosas
Alocución del papa Pío XII a los directores de
las Asociaciones por las Familias Numerosas de Roma e Italia, 20 de enero de 1958

(Reimpresión de la revista The Pope Speaks, primavera de 1958)


Amados hijos e hijas, dirigentes y representantes de las Asociaciones por las Familias Numerosas de Roma e Italia, esta vuestra visita debe contarse entre las que traen el más profundo placer a Nuestro corazón. Bien concientes estáis del animado interés que Nos tenemos en la vida familiar, y de cómo nunca dejamos pasar una oportunidad de señalar su dignidad multilateral, de reafirmar sus derechos y defenderlos, de inculcar los deberes que supone; en pocas palabras, hemos hecho de ella uno de los puntos centrales Nuestra enseñanza.

Es este mismo interés en las familias que nos hace aceptar pasar cuando menos unos momentos con grupos familiares que vienen a Nuestra casa (siempre que los deberes de Nuestro oficio no imposibiliten esto), y por eso, en esta ocasión, consentimos en ser fotografiados en medio de ellos, a fin de dejar una especie de registro perdurable de Nuestra alegría y la suya.

Padre de la familia humana

¡El papa en medio de una familia! ¿No es ese el lugar justo donde pertenece? ¿No es él (en el sentido espiritual más elevado de la palabra) el Padre de la familia humana entera que ha renacido en Cristo y en la Iglesia? ¿No es a través de él, el Vicario de Cristo en la tierra, que se pone en práctica el maravilloso plan de la Sabiduría creativa, el cual plan ha conferido a toda la paternidad humana el destino de preparar una familia escogida para el cielo, donde el amor del Dios uno y trino la envolverá en un abrazo singular y eterno y se dará a sí mismo como la herencia que ha de hacerla perfectamente feliz?

Un triple testimonio

Mas vosotros no representais cualesquier familias; vosotros sois y representais familias numerosas, aquellas que fueron grandemente bendecidas por Dios y que son especialmente amadas y preciadas por la Iglesia como su tesoro más precioso. Pues estas familias ofrecen un testimonio particularmente claro de tres cosas que sirven para asegurar al mundo de la verdad de la doctrina eclesiástica y la sensatez de su práctica, y que redundan, por el buen ejemplo, en gran beneficio de todas las otras familias y de la sociedad civil misma.

Dondequiera que se encuentren familias numerosas, estas dan señal de la salud física y moral de un pueblo cristiano; de una fe viva en Dios y de confianza en su Providencia; de la feliz y provechosa santidad del matrimonio católico.

Nos gustaría decir algunas palabras acerca de cada uno de estos puntos.

Seguramente, una de las aberraciones más perniciosas que ha aparecido en la sociedad moderna, de tendencias paganas, es la opinión de aquellos ansiosos por clasificar la fecundidad del matrimonio como un «mal social», y que sostienen que cualquier nación que se halle de esta manera afligida debe hacer un gran esfuerzo y utilizar cualquier medio para curar la enfermedad. Esta es la base para la propaganda que pasa con el nombre de «planificación familiar»; en ocasiones es promovida por personas y organizaciones que inspiran respeto a causa de sus posiciones en otros campos, pero que, desafortunadamente, han tomado una postura en esta cuestión que debe ser condenada.

Control de la natalidad

Por triste que sea ver lo generalizadas que se han vuelto las doctrinas y prácticas de este tipo, incluso entre las clases tradicionalmente sanas, es confortante ver indicaciones y pruebas de una reacción saludable en vuestro país, tanto en el campo legal como médico. Como bien sabéis, el artículo 31 de la actual Constitución de la república italiana, para citar solo una fuente, presta «especial atención a las familias numerosas», y la enseñanza prevalente entre los médicos italianos sigue la línea de una oposición cada vez más fuerte contra las prácticas del control de la natalidad.

Esto no significa que el peligro ha pasado y que hemos destruido los prejuicios que tienden a hacer que el matrimonio y sus sabias normas se sometan a las metas del reprensible orgullo y egoísmo de la sociedad o de individuos. Deploramos en particular aquella sección de la prensa que de vez en cuando vuelve a tomar la cuestión con la obvia intención de confundir a las buenas gentes y de llevarlas al error con pruebas engañosas, con encuestas discutibles e incluso con declaraciones falsificadas de un clérigo u otro.

Obediencia a las leyes naturales

A todos los católicos exhortamos que den amplia difusión al principio, firmemente fundado sobre la verdad, de que el único modo de proteger la salud física y moral de la familia y de la sociedad es mediante la obediencia de todo corazón a las leyes naturales, o mejor dicho, del Creador, y, sobre todo, fomentando un sincero y sagrado respeto hacia ellas.

En este asunto, todo depende de la intención. Podréis multiplicar las leyes y hacer más duras los castigos; podréis dar pruebas irrefutables de la estupidez de las teorías del control natal y del daño que viene como consecuencia de ponerlas en práctica; pero hasta que no haya una sincera determinación de dejar que el Creador continúe con su obra como Él desea, entonces el egoísmo humano siempre encontrará nuevas sofisterías y excusas para acallar la voz de la conciencia (hasta donde pueda), y seguir con los abusos.

Ahora, el valor del testimonio ofrecido por los padres de familias numerosas no yace solo en su rechazo contundente y unívoco de cualquier compromiso deliberado entre la ley divina y el egoísmo humano, sino también en su buena disposición para aceptar alegremente y con gratitud estos dones inestimables de Dios —sus hijos— en la cantidad que a Él le plazca mandar.

Esta actitud libera a las parejas casadas de las ansiedades y remordimientos opresivos, y, en la opinión de médicos excepcionales, crea las condiciones psicológicas ideales para el sano desarrollo de los hijos nacidos a partir del matrimonio. Pues, justo en el comienzo de estas nuevas vidas, elimina todas esas preocupaciones y alteraciones que tan fácilmente pueden dejar marcas físicas o psicológicas en la madre o el hijo.

Exceptuando los casos excepcionales, y Nos ya hemos tenido ocasión de hablar de estos, la ley de la naturaleza es básicamente una de armonía, y lleva a la discordia y a las contradicciones solo en los casos en que su operación normal ha sido alterada por circunstancias particulares que, en su mayor parte, son anormales, o por deliberada oposición de parte de la voluntad humana. No hay eugenesia que pueda mejorar la naturaleza: es buena como ciencia en tanto que no tenga por meta ganar un profundo conocimiento de las leyes naturales y respete estas mismas leyes, si bien en algunos casos sea prudente disuadir a personas que sufren de defectos graves de que se casen (cfr. Enc. Casti connubii, dic. 31 de 1930: A.A.S. 22 [1930] p. 565).

Salud física y moral

De nuevo, el buen sentido común siempre y en todas partes consideraba que las familias numerosas eran una señal, una prueba y una fuente de la salud física; y la historia no se equivoca cuando indica que la principal causa de la decadencia de los pueblos es la violación y el abuso de las leyes que gobiernan el matrimonio y la procreación.

Lejos de ser un «mal social», las familias numerosas son una garantía de la salud moral y física de un pueblo. En los hogares donde los llantos del bebé resuenan siempre de la cuna, florecen espontáneamente las virtudes y se hace huir al vicio, como si hubiese sido perseguido por la niñez, renovada allí como el aliento fresco y vigorizante de la primavera.

Así que, dejad que el débil y el egoísta tomen ejemplo de vosotros; dejad que la nación os siga amando y agradeciendo por todos los sacrificios que habéis asumido para criar y educar a sus ciudadanos; de igual manera la Iglesia está complacida porque le permitís ofrecer grupos cada vez más grandes y sanos de almas para la actividad santificadora del Espíritu divino.

En el moderno mundo civil la familia numerosa es considerada, por lo general, y con buena razón, como prueba del hecho de que la fe cristiana se vive como debe ser, pues el egoísmo que Nos acabamos de señalar como el principal obstáculo para el crecimiento de un grupo familiar no puede ser vencido exitosamente sin recurrir a los principios éticos y religiosos.

En tiempos recientes hemos visto como las supuestas «políticas demográficas» no han logrado alcanzar resultados notables; y es fácil ver el porqué, pues el interés individual casi siempre vencerá el orgullo y egoísmo colectivo que esta idea a menudo expresa; además, las metas y métodos de esta política degradan la dignidad de la familia y de la persona al colocarla en el mismo nivel que las especies inferiores.

La luz del cristianismo

Solo la luz divina y eterna del cristianismo da plenitud de vida y significado a la familia, y esto es tan cierto que desde el mismo principio, y por todo el decurso de su historia, las familias numerosas han sido consideradas con frecuencia como sinónimo de familias cristianas.

El respeto a las leyes divinas ha hecho que abunden en vida; la fe en Dios da a los padres la fuerza y el vigor necesarios para enfrentar el sacrificio y la autonegación exigidas en la crianza de los hijos; los principios cristianos los guían y ayudan en la pesada labor de la educación; el espíritu cristiano del amor vigila su paz y buen orden, y de la naturaleza parece sacar y conferir las alegrías familiares más profundas a los padres, hijos, hermanos y hermanas.

Aun externamente, la familia numerosa y bien ordenada es una especie de santuario visible: el sacramento del bautismo no es un acontecimiento excepcional para ellos, sino algo que constantemente renueva el gozo y la gracia del Señor. La serie de felices peregrinajes a la fuente bautismal aun no acaban de terminarse cuando comienza la confirmación y la primera comunión, sin perder la misma inocencia. El más joven de los hijos apenas habrá puesto a un lado su trajesito blanco entre las memorias más queridas de la vida, cuando ya aparece el primer velo de bodas para reunir a padres, hijos y parientes nuevos al pie del altar. A ello le siguen más matrimonios, más bautismos, más primeras comuniones, como primaveras siempre nuevas que, en cierto sentido, hacen que las visitas de Dios y de su gracia al hogar sean interminables.

Confianza en Dios

Mas Dios también visita las familias con su Providencia, y los padres, especialmente los pobres, dan claro testimonio de esto al colocar toda su confianza en Él cuando los esfuerzos humanos no son suficientes. ¡Confianza de fundamento sólido y no en vano! La Providencia —en palabras e ideas humanas— no es una suma total de actos excepcionales de la misericordia divina; es el resultado ordinario de la actividad armoniosa de la sabiduría, la bondad y la omnipotencia infinitas del Creador. Dios nunca rehusará los medios de vida a quienes llama a la existencia.

El divino Maestro ha enseñado explícitamente que «la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido» (cf. Mt. 6, 25). Si algún incidente, sea pequeño, sea grande, parece contradecir esto, es señal de que el hombre ha colocado obstáculos en el camino de los designios divinos, o, si no, en casos excepcionales, que Dios tiene planes superiores para el bien; pero la Providencia es algo real, algo necesario por ser Dios el Creador.

Sobrepoblación

El presunto problema de la sobrepoblación de la tierra es en parte real y en parte temido sin razón como una catástrofe inminente para la sociedad moderna; y, sin duda, el surgimiento de este problema y el continuo fracaso por encontrar una solución no se debe a alguna confusión o apatía por parte de la divina Providencia, sino más bien al desorden por parte del hombre, en especial a su egoísmo y su avaricia.

Con el progreso que se ha hecho en la tecnología, con la facilidad de la transportación, y con las nuevas fuentes de energía que apenas están empezando a aprovecharse, la tierra puede prometer prosperidad a todos los que van a morar en ella largo tiempo.

En cuanto al futuro, ¿quién puede prever los nuevos e insospechados recursos que puedan encontrarse en nuestro planeta, y qué sorpresas puedan descubrirse fuera de ella por medio de los maravillosos logros científicos que apenas acaban de comenzar? ¿Y quién puede estar seguro de que el ritmo natural de la procreación será el mismo en el futuro? ¿No es posible que entre en juego alguna ley que moderará el ritmo de la expansión desde dentro? La Providencia ha reservado el destino del mundo para sí.

Es extraño encontrar que los temores de algunos individuos sean capaces de cambiar esperanzas bien fundadas para la prosperidad en una amenaza catastrófica en el momento mismo cuando la ciencia está transformando lo que solía ser considerado como sueños de imaginaciones alocadas en realidades útiles.

De manera que la sobrepoblación no es una razón válida para propagar las prácticas ilícitas del control natal. Es simplemente un pretexto utilizado por quienes desearían justificar la avaricia y el egoísmo; por aquellas naciones, por ejemplo, que temen que la expansión de otras presentará un peligro para su propia posición política y causará una degradación de sus condiciones de vida generales; o por individuos, especialmente los de buena posición, que prefieren el mayor gozo posible de los bienes terrenales a los elogios y el mérito de traer nuevas vidas a la existencia. El resultado final es que quebrantan las leyes fijas y ciertas del Creador so pretexto de corregir los supuestos errores de su Providencia.

Sería más razonable y útil si la sociedad moderna hiciera un esfuerzo más determinado y unviersal para corregir su propia conducta, quitando las causas de la hambruna en las «zonas de crisis» o sobrepobladas, mediante un uso más activo de los descubrimientos modernos para fines pacíficos; una política más abierta de colaboración e intercambio, una economía que vea más hacia el futuro y que sea menos nacionalista; sobre todo, reaccionando a todos los indicios de egoísmo con caridad, y a los de avaricia con una aplicación más concreta de la justicia.

Dios no va a pedir cuentas a los hombres por el destino general de la humanidad; ese es su problema; pero sí exigirá cuentas de los actos individuales que han realizado deliberadamente conforme a los dictados de la conciencia o contra ellos.

En cuantro a vosotros, padres e hijos de familias numerosas, sigan dando testimonio sereno y firme de su confianza en la divina Providencia, y estén seguros de que Él no dejará de recompensaros con el testimonio de su auxilio diario y, cuando sea necesario, con aquellos auxilios extraordinarios que muchos de vosotros ya han sido afortunados de experimentar.

Y ahora unas cuantas palabras sobre su tercer testimonio, palabras que pueden dar nuevas fuerzas a quienes son temerosos y os traen pequeño consuelo.

Las familias numerosas son los arriates más espléndidos en el jardín de la Iglesia; la felicidad florece en ellos y la santidad madura en suelo favorable. Dios quiso que cada grupo familiar, aun el más pequeño, fuera un oasis de paz espiritual. Pero hay una tremenda diferencia: donde el número de hijos no es más que uno, la intimidad serena que da valor a la vida tiene un toque de melancolía o de palidez; no dura tanto, puede ser más incierta y con frecuencia está nublada por temores secretos y remordimientos.

La felicidad en una familia numerosa

Es muy diferente a la serenidad de espíritu hallada en padres rodeados de una rica abundancia de vidas jóvenes. El gozo que viene de las abundantes bendiciones de Dios rompe de mil maneras y no hay miedo de que termine. Las frentes de estos padres y madres pueden estar cargadas de cuidados, mas nunca hay señal de alguna sombra interior que delate ansiedad de conciencia o miedo de un irreparable regreso a la soledad. Mientras la dulce fragancia de una cuna permanezca en el hogar, mientras las paredes de la casa den eco a las voces argentinas de hijos y nietos, su juventud nunca parecerá desvanecerse .

Sus pesadas labores, multiplicadas una y otra vez, sus intensificados sacrificios y su renuncia a las diversiones costosas son recompensadas incluso aquí abajo con el inagotable tesoro del afecto y las tiernas esperanzas que residen en sus corazones; y de él nunca se cansarán ni les molestará.

Las esperanzas pronto se vuelven realidad cuando la hija mayor comienza a ayudar a su madre en el cuidado del bebé, y cuando el mayor de los hijos llega a casa con rostro sonriente y con el primer salario que se ha ganado para sí mismo. Aquél día será particularmente feliz para los padres, pues hará desaparecer el fantasma de una edad vieja pasada en la miseria, y se sentirán asegurados de una recompensa por sus sacrificios.

Cuando hay muchos hijos, a los jovencitos se les ahorra el aburrimiento de la soledad y la incomodidad de tener que vivir en medio de adultos todo el tiempo. Es cierto que algunas veces pueden vovlerse tan animados que os pongan los nervios de punta, y sus riñas pueden parecer pequeños motines; pero incluso sus discusiones juegan un papel efectivo en la formación del carácter, siempre y cuando sean breves y superficiales. Los hijos de familias numerosas aprenden casi automáticamente a ser cuidadosos de lo que hacen y a asumir responsabilidad; aprenden a respetarse y a ayudarse, a ser de gran corazón y generosos. Para ellos, la familia es como lugar de prueba, antes de que salgan al mundo exterior, que será más difícil y más exigente.

Las vocaciones

Todos estos preciosos beneficios serán más sólidos y permanentes, más intensos y fructíferos si la familia numerosa toma como principio rector el espíritu sobrenatural del Evangelio, el cual espiritualiza todo y lo hace eterno. La experiencia muestra que en estos casos, Dios a menudo va más allá de los dones ordinarios de la Providencia, como lo es el gozo y la paz, para conferirle un llamado especial, una vocación al sacerdocio, a la vida religiosa, a la mayor santidad posible.

Con buena razón se ha señalado frecuentemente que las familias numerosas han estado al frente como cunas de santos. Podríamos citar, entre otras, a la familia de san Luis, el rey de Francia, compuesta de diez hijos, la de santa Catalina de Siena, quien descendía de una familia de veinticinco, san Roberto Belarmino de una familia de doce, y san Pío X de una familia de diez.

Cada vocación es un secreto de la Providencia; pero estos casos prueban que un número grande de hijos no impide a los padres darles una crianza excepcional y perfecta; y muestran que la cantidad no trabaja en desventaja de su calidad, sea respecto a los valores físicos, sea los espirituales.

Vigilancia y acción

Una última palabra para vos, directores y representantes de las Asociaciones por las Familias Numerosas de Roma e Italia. Sed cuidadosos de imprimir un sello de dinamismo cada vez más vigilante y fructuoso en la acción que deseáis llevar a favor de la dignidad de las familias numerosas y a favor de su protección económica.

Con respecto a la primera de estas metas, manténganse en línea con las directivas de la Iglesia; con respecto a la segunda, debéis despertar del letargo a aquella parte de la sociedad que aún no está conciente de sus responsabilidades sociales. La Providencia es una verdad y una realidad divina, pero decide hacerse de cooperadores humanos. Por lo general, entra en acción y sale en nuestro auxilio cuando ha sido llamada y llevada por la mano del hombre; le encanta estar escondida detrás de la actividad humana. Si bien es justo reconocer que la legislación italiana puede legítimamente presumir de ser la más avanzada en esta area de ofrecer protección a las familias y, en especial, a las familias numerosas, no debemos cerrar nuestros ojos al hecho de que aún hoy hay un número considerable de aquellas que son lanzadas de un lado a otro, entre el desasosiego y la privación real, y sin culpa suya. Vuestra acción debe tener por meta traer a estas personas la protección de las leyes, y en los casos más urgentes, la ayuda de la caridad. Todo logro positivo en este campo es como una piedra sólida colocada en la estructura de la nación y de la Iglesia; es lo mejor podéis hacer como católicos y como ciudadanos.

Pidiendo la protección divina para vuestras familias y para las de toda Italia, y colocándolas una vez más bajo la protección celestial de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, Os conferimos con todo Nuestro corazón Nuestra paternal bendición apostólica.

Extraido de Catholic net

jueves, 4 de junio de 2009

Tres motivos para no divorciarte

 Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para evitar una ruptura matrimonial  

1. ¿Estás dispuesto a dar la vida por tu hijo? Si un asesino entra a tu casa para hacer daño a tus hijos, ¿tú qué harías? ¿Darías la vida con tal de salvar a tus hijos? El divorcio es ese asesino que entra a tu casa para dañar a los tuyos. Cuando se presente la tentación del divorcio será el momento de dar la vida por tus hijos. No seas tú ese maleante que lastime a tus seres queridos. El divorcio es el cáncer de la sociedad. Es la bomba atómica de la felicidad familiar y personal.

2. “Haz a los demás lo que quieras que hagan contigo”. Si a ti, como hijo, no te hubiera gustado que tus papás se separaran, no le hagas eso a tus hijos.

3. Cambiar de actitud es la respuesta. No es necesario cambiar de pareja, sino cambiar de actitud. La solución no está en una tercera persona, sino en cambiar tú mismo. Toda convivencia a la larga trae problemas, pero mil problemas nunca deben hacer una duda de perseverar en el compromiso adquirido.

En ocasiones el divorcio es inevitable porque entra en juego la libertad de dos personas; basta que uno quiera marcharse para que la separación sea inevitable. Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para evitar una ruptura matrimonial. Para perseverar en el amor matrimonial hasta le muerte es preciso el consejo de las “3 des”: Dios, Diálogo y Detalles.

viernes, 29 de mayo de 2009

¿Una mirada a nuestro futuro?


En Europa se proyecta el espantoso futuro que se presenta luego de la implementación de las políticas de control de la natalidad que fueron implementadas allí desde loa años 60 y que ahora nos quieren imponer en latinoamerica.
¿Por qué cometer los mismos errores? Mientras los europeos gozan de una politica de protección y promoción de la familia, agardeciendoles el acto maravlloso de tener muchos niños, a nosotros nos venden su política antinatalista, promoviendo medicamentos, que fueron sacados de circulación por sus efectos colaterales y el aborto "el mas terrible de los crimenes".

miércoles, 27 de mayo de 2009

Traer niños al mundo

La decisión de formar, si Dios quiere, una familia numerosa, es algo muy grato al Señor. Las familias numerosas son una excelente manifestación de fe y amor, y una escuela de virtudes para padres y hermanos.
Día del Niño: el miedo de traer hijos al mundo
Día del Niño: el miedo de traer hijos al mundo
Desde hace más de medio siglo, se ha venido sembrando un miedo por traer hijos a la tierra. Mejor dicho, una especie de psicosis que raya en el terror o pavor histérico contra la vida humana.

Hay un sistemático “bombardeo” a través de los medios de comunicación (periódicos, revistas, radio, televisión, cine…) para alarmar a la población sobre el crecimiento demográfico, como en décadas anteriores se asustaba a cierta clase de gente con el mito de que el día menos pensado “nos iban a invadir los marcianos”.

Ahora suena de risa, pero había personas que se lo creían firmemente. Hoy ocurre lo mismo. Esta mentalidad antinatalista ha permeado en forma notable en nuestra sociedad. Parecería que “estar a la moda” es tener cuando más un solo hijo, o bien, tener un par de perros gordos.

También hay matrimonios jóvenes que prefieren invertir su dinero, en vez de tener descendencia, en comprar un buen departamento, una casa de campo, coches costosos, computadoras de vanguardia, aparatos eléctricos, joyas, ir a buenos restaurantes, o quizá, realizar largos viajes por el mundo…

En definitiva, se trata de pasarla “lo mejor posible”, en una vida de derroche y de placeres sensibles, y tal vez, a los treinta y muchos o a los cuarenta y tantos, plantearse el tener un hijo. Es común que cuando esto ocurre, los cónyuges han perdido su fertilidad o el médico les comenta que sería un embarazo de alto riesgo… ¡y se les fue la vida sin tener hijos!

Un importante papel lo juegan algunos médicos sin ética que, casi de inmediato, al nacer el primer hijo, les recomienda al nuevo matrimonio que ella se ligue las trompas, o bien, que él se haga la vasectomía. También es común que se les asuste y se les diga que las paredes de la matriz probablemente no resistirán otro embarazo y se podría poner en grave riesgo la salud de la madre.

Se les presenta toda una “novela trágica” para que, a fin de cuentas, acepten que la mujer sea operada y se le extirpe la matriz, en la mayoría de los casos sin una fundamentación científica y verificable; utilizando la mentira y el engaño, y aprovechándose de la ignorancia del matrimonio en esta materia.

Ese dinero “sucio” va, en buena medida, a parar a los bolsillos de esos doctores que se dedican a la Medicina con fines mercantilistas, y no me explico por qué muchos de ellos no han sido demandados como delincuentes profesionales y puestos en la cárcel.

Un joven ginecólogo que trabajaba en un dispensario médico rural me comentaba que desde la Secretaría de Salud y sus diversas dependencias, venían indicaciones muy precisas. En resumen se les señalaba más o menos lo siguiente: “En esta clínica se deben practicar tal número de ligaduras, tantas vasectomías, colocar tal número de dispositivos intrauterinos, distribuir tantos miles de preservativos y píldoras anticonceptivas o microabortivas, etc”.

Pero el asunto no terminaba allí, también recibían instrucciones para que, después de los partos, a las mujeres indígenas o de bajos recursos, se les ligaran las trompas sin su consentimiento ni el de su marido. Con tal atropello a la dignidad y a los derechos humanos, le pareció conveniente, además de enviar una carta de queja formal a los directivos de la clínica, presentar su renuncia.

No hace mucho tiempo, Lourdes, esposa de mi amigo Ricardo, quienes son muy felices con sus seis hijos, me comentaba que –en no pocas ocasiones– en plena calle y a la luz del día, en la Ciudad de México, cuando va en la camioneta con todos los hijos, se le emparejan otros automóviles, con algunas mujeres adentro, y le comienzan a gritar:

“¡Cochina! ¡Irresponsable!”. En plan de soez reclamo por tener muchos hijos, y en una actitud de delirante fanatismo.

Lourdes, como es una persona con buena educación, nunca les contesta. Pero me decía que lo primero que le viene a la cabeza es que son esas mismas mujeres que la insultan en la calle, las que se envilecen dándole un uso perverso a su matrimonio; buscando únicamente el placer sexual y rechazando el tener hijos. Naturalmente, muchas de ellas terminan divorciándose, siendo infieles o viviendo en unión libre.

Cada hijo es un maravilloso tesoro, un increíble regalo, una prueba de confianza del mismo Dios que continúa, a través de los padres, con su portentosa obra creadora. El Papa Juan Pablo II afirmaba con mucha razón: “No tengáis miedo a los hijos que puedan venir; ellos son el don más precioso del matrimonio. No os neguéis a traer invitados al Banquete de la Vida Eterna”.

Una familia numerosa es el resultado de una generosidad a veces heroica, fruto de una magnanimidad que lleva a valorar en tanto el don de la vida, que cualquier sacrificio parece proporcionalmente pequeño comparado con el infinito valor de un ser humano y su destino eterno.

El hombre está constituido por una parte corporal y otra espiritual. La imagen de Dios está presente en todo hombre porque está hecho a “imagen y semejanza de su Creador” (Cfr. Génesis 1, 27) y dotado de un alma que es espiritual e inmortal. Por lo tanto, tiene una gran dignidad como persona y, por vocación, todo ser humano está llamado a la bienaventuranza divina. ¡Muchas veces se pierde de vista esta maravillosa realidad!

La decisión de formar, si Dios quiere, una familia numerosa, es algo muy grato al Señor. Las familias numerosas son una excelente manifestación de fe y amor, y una escuela de virtudes para padres y hermanos.

Además, la sociedad –incluso en aspectos materiales, como las energías para el trabajo o la equitativa distribución de la riqueza– es de ordinario beneficiada inmediatamente por el bien de la natalidad.

La restricción de los nacimientos –como atestigua la historia– ha llevado a muchos pueblos a la decadencia moral y a la extinción física.

En conclusión, el tema de la natalidad, como cualquier otro referente a la vida humana, hay que considerarlo por encima de las perspectivas parciales de orden biológico, psicológico, demográfico o sociológico.
Más bien, hay que considerarlo a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, que no es únicamente natural y terrena, sino también sobrenatural y eterna.

Autor: Raúl Espinoza Aguilera

martes, 21 de abril de 2009

Acompañados es más facil


El tamaño de nuestro corazón es proporcional al número de personas que hemos dejado entrar en él
Acompañados es más fácil
Acompañados es más fácil
1.2 hijos por mujer. Ésa es, aproximadamente, la tasa de natalidad en países como Italia o España. De seguir así las cosas, dentro de 25 años la mitad de los niños serán hijos únicos de padres que, a su vez, son hijos únicos. Es decir la mitad de los niños no tendrá ni hermanos, ni primos, ni tíos. Para aquellos que hemos tenido una infancia normal, el dato es espantoso. Una familia común estará compuesta por los padres, el niño y pare usted de contar. A no ser que decidan ampliarla con un par de perros o de gatos.


Eso sí, seguramente, el niño –y las mascotas– en cuestión lo tendrá todo: la videoconsola de última generación, ordenador, las zapatillas del futbolista de moda, la camiseta más reciente de su equipo preferido, el balón del mundial, un i-pod con más canciones de las que pueda escuchar en toda su vida y todo el largo etcétera de cosas que el capricho infantil pueda desear. Lo tendrá todo, pero lo tendrá solo.


Hay pocos motivos por los cuales una familia no pueda o no deba tener más que un hijo. Por desgracia estos motivos existen y son muy tristes Sin embargo el deseo de vivir con toda comodidad, o de dar todo lo que se nos ocurra a nuestra prole, no se encuentran en esta reducida lista. Ni siquiera cuando creamos que así los propios hijos serán más felices. Porque no será así.


La felicidad es algo muy difícil de concretar en una definición o idea. Pero lo que está claro, al menos para los que hemos sido y somos felices, es que la felicidad existe. Y si resulta difícil definir la felicidad, mucho más resultará ponerse de acuerdo sobre cómo alcanzarla. Aun así, resulta casi imposible pensar que, en la edad infantil, soledad y felicidad puedan vivir bajo el mismo techo.


El misterio de la felicidad

Las peleas por el sitio de adelante en el coche, las conjuras de los hermanos y primos pequeños para derrocar a los mayores, las conversaciones nocturnas cuando el sueño no llega, la ilusión de heredar la ropa legada de hermano en hermano, los tumultos de niños comiendo en la cocina, los domingos por la tarde en el parque o en el jardín, la algarabía de las reuniones familiares, el alboroto de los más pequeños que gritan y corretean por doquier… Si uno se detuviese a mirar a los niños en circunstancias parecidas se daría cuenta inmediatamente de que están contentos, aunque no sepan muy bien por qué. Los niños son así. Cuando arman jaleo se sienten felices y les importa poco si el bullicio es porque están jugando al escondite, persiguiendo algún animalillo o buscando un tesoro escondido. A veces incluso habrá roces y riñas pero, ¿qué son sino la escuela del perdón?


Será más difícil

Un niño que, cuando llegue a casa, no tenga con quién hablar, que sólo pueda jugar con la Play Station, difícilmente será hoy un niño feliz y un adulto normal mañana. O puede que sí, pero se lo habremos puesto más difícil.


Nuestros hijos serán más felices cuando tengan con quien usar su balón y manchar su camiseta, cuando puedan pelearse con alguien por el sitio en el sofá o por entrar primero en el baño o cuando se den cuenta de que en la mesa siempre hay comida para todos. Porque sólo con la convivencia cotidiana se aprende a compartir, a ceder, a respetar, a olvidarse del propio egoísmo y a amar. Porque, al final, el tamaño de nuestro corazón es proporcional al número de personas que hemos dejado entrar en él. Porque los corazones mezquinos no saben mirar más allá de su pequeñez.


Las fórmulas para llegar a ser feliz son muy complicadas. Tener hermanos o dejar de tenerlos tampoco es una garantía infalible. Pero para ser feliz, como para todo, hay caminos mejores y caminos peores. Se escoja el que se escoja, será mejor ir siempre con buena y abundante compañía.

Autor Iñigo Alfaro
Fuente Catholic net



lunes, 20 de abril de 2009

De la familia junta a la familia unida

Hace unos años, en un estudio realizado en México, todas las personas que participaron en grupos de trabajo por todo el país, coincidieron en señalar que para ellos el valor principal que justifica cualquier sacrificio es tener una "familia unida" donde reine el amor.

Sin embargo, en el mismo estudio también se constató que la mayoría de las personas vive en un modelo de "familia junta" donde las relaciones se entablan en función de la utilidad y los intereses personales, y no sobre la base del amor. Incluso algunos, no pocos, reconocían que vivían una situación de "familia rota", donde de hecho ya no había prácticamente ninguna relación. Muchos afirmaban que del amor al rencor, la mayoría de las veces hay un pequeño paso y basta un suceso insignificante para destruir todo lo que parecía haberse construido en mucho tiempo.

Quizás estas observaciones de campo sirven para apoyar una idea que actualmente circula por todas partes: la familia está en crisis. Todo el mundo lo dice, pero ¿en qué consiste la crisis de la familia?

En primer lugar, hay que decir que la crisis de la familia es consecuencia de la crisis que sufre el matrimonio porque, como dice sabiamente la constitución italiana: "La república reconoce los derechos de la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio". La familia se funda en el matrimonio, pero la nueva concepción de la sexualidad que reina en nuestra sociedad parece haber roto el ideal de matrimonio que vivieron nuestros padres y abuelos. Sin embargo, hay algo más.

Se puede decir que la crisis de la familia es, sobre todo, una crisis de las funciones de la familia. La sociología tradicional distingue dos tipos de funciones de la familia. Por una parte, sus funciones institucionales: la función biológica (transmitir y acoger la vida humana), la económica (proveer los bienes materiales necesarios para la subsistencia), la protectora (ofrecer seguridad contra los riesgos de la existencia), la cultural (transmitir los valores y tradiciones ético-sociales), y la función de integración (introducir al individuo en la sociedad y ejercer un control sobre él).

Por otra parte, están las funciones personales de la familia, que consisten en dotar de afectividad e integración a la relación entre marido y mujer (función conyugal), entre padres e hijos (función parental), y entre los hermanos (función fraternal). El buen cumplimiento de estas funciones personales estaría detrás de lo que los mexicanos del estudio llamaban una familia unida, y todos veían en ella el mayor ideal de felicidad que se puede tener en esta vida.

Desgraciadamente, solemos conferir demasiada importancia a las funciones institucionales en perjuicio de las personales, y encontramos fenómenos como el del padre ausente -cuya única función es proporcionar sustento económico a la familia-, o el de la madre excesivamente rígida pero poco afectiva, que producen desequilibrios en las relaciones personales. Otro grave problema es la ruptura de la relación matrimonial, que causa alteraciones de las relaciones paterna y materna con un "efecto dominó".

En un reciente estudio publicado en Estados Unidos sobre los efecto de las rupturas matrimoniales en los hijos, después de muchos años de investigación, se desprendía una conclusión final: el peor matrimonio es siempre mejor que el mejor divorcio. Detrás de esta afirmación aparecía una amplia muestra de problemas afectivos y psicológicos en los hijos de familias rotas. La conclusión equivocada de este estudio podría ser: entonces, no es tan malo tener una familia junta, al fin y al cabo siempre resulta mejor para los hijos que una familia rota. Pero este conformismo significa dar el primer paso hacia la "familia rota", porque se deja de poner el esfuerzo real de atención constante que requiere la familia unida.

Sí, la familia unida requiere un esfuerzo constante o, mejor dicho, una atención constante por cultivar continuamente las funciones personales de la relación familiar. Esta atención comienza desde antes de elegir a la pareja; de hecho, ahí se juega la mayor baza que después será muy difícil corregir. Siempre es útil un consejo fundamental: a la hora de casarse conviene fijarse más en las funciones personales que en las institucionales.

Quizás el problema está en que, lo que en teoría consideramos el principal valor -la familia unida-, en la práctica queda relegado a una de las responsabilidades menos prioritarias de nuestra vida. Ponemos primero la utilidad y luego, el amor. Pero el amor es como los idiomas, que si no lo cultivas cada día, se olvida. El amor requiere una entrega sacrificada cada día, cada minuto, cada segundo; si no, se debilita y muere.

Autor: P. Enrique Cases
Tomado de catholic.net

martes, 13 de enero de 2009

¿Hijos o mascotas?



Hay un artículo de Vicente Verdú, en “El País” , que roza una verdad escasamente reconocida hoy: que la maternidad (o paternidad)
corre el riesgo de banalizarse al quedar convertida en un acto de posesión, en el capricho de quien “adquiere” un niño como quien comprase una mascota: ¿Un hijo o una mascota? ¿Una mascota, un hijo o un robot. Todo es celebrar las múltiples opciones de concepción de la mujer actual: con y sin sexo, con o sin óvulo propio, con o sin pareja, con o sin edad fértil. Pero, entre tanto, ¿qué dice el niño? Eso, qué dice el niño, es lo esencial. Porque “la ventaja de la mascota sobre el niño es que se adapta con mayor facilidad, se somete con menor resistencia y, en general, es incomparablemente agradecida”. Un animal doméstico es así aunque se haga adulto y se caiga de viejo. Por eso no es sujeto de derechos ni de deberes. Por eso se puede ser titular de su propiedad hasta que se muera. Una criatura humana es otra cosa: un ser inteligente y libre, con unos derechos inherentes a esa condición. Ser padre, ser madre, no es una decisión equiparable a la de irse a vivir a un adosado o cambiar de empleo. Hace poco, alguien expresó una idea temible en su aparente inocencia progresista: “ser madre ha pasado de ser una misión a ser una opción”. Lo de misión, claro, está dicho en sentido peyorativo. Pero el concepto de opción parece ligado, en este contexto, a una soberana disposición del que opta sobre el objeto de su acto libre. La contrapartida de la opción libre, sin embargo, no es la posesión, o el completo dominio sobre el objeto, en este caso el hijo. La contrapartida es la responsabilidad. Y aquí es donde entra lo de la misión. Que yo llamaría, con término más exacto, vocación, pues es lo que requiere la responsabilidad sobre seres humanos. Vocación sugiere entrega, decisión irrevocable, frente a la mayor revocabilidad de la simple “opción”. Una maternidad concebida como posesión lleva, sí, al tratamiento del niño como mascota, a la que se acaricia, se mima, se colma de caprichos, pues existe para su placer y el mío, sin más quebraderos de cabeza. El resultado, en los seres humanos, se llama malcrianza. O sea, todas esas “opciones” que corretean por ahí dando tormento a vecino, profesores y a los propios padres.




Jesús Sanz Rioja


Fuente, aciprensa.

martes, 6 de enero de 2009

Mensaje de la Madre Teresa


Hoy día hay tantos problemas en el mundo y yo creo que muchos de estos problemas comienzan en casa.
El mundo está sufriendo tanto porque no hay paz.
No hay paz porque no hay paz en la familia.
Debemos hacer de nuestras casas centros de compasión, y perdonar sin cesar, y así habrá paz.
Ustedes han de ser una familia, ser esa presencia de Cristo el uno para el otro.
Dios ha enviado la familia para que sea Su amor. Ámense los unos a los otros con ternura como Jesús ama a cada uno de ustedes.
Jesús siempre está allí... para amar..., para compartir..., para ser la alegría de nuestra vida.
El amor de Jesús para nosotros es incondicional... es tierno... siempre perdona... es completo.
Solo deja que la gente vea a Jesús en ti: que vea como rezas... que vea como llevas una vida pura... que vea como tratas a tu familia... que vea cuanta paz hay en tu familia.
La consideración hacia los demás es el punto de partida para una gran santidad. Si aprendes ese arte de la consideración, te harás más y más parecido a Cristo, porque Su corazón era manso y El siempre pensaba en las necesidades de los demás. Si tenemos esa consideración los unos a los otros, nuestras casas realmente se convertirían en el hogar del Señor Altísimo.
¿Conoces primero a los pobres de tu propia casa? Tal vez en tu casa haya alguien que se siente solo, no muy acogido, no muy amado. Tal vez tu esposo o tu esposa o tu hijo se siente solo. ¿Sabes eso?
Hoy día ni siquiera tenemos tiempo de mirarnos el uno al otro, de hablarnos, de divertirnos en la compañía de otros... Y así, cada vez estamos menos en contacto el uno con el otro. El mundo está perdido por falta de dulzura y amabilidad. La gente siente una gran hambre de amor porque todo el mundo tiene tanta prisa.
Sean felices. . . y dedíquense muy especialmente a ser un signo de la felicidad de Dios. La alegría se refleja en los ojos; es evidente cuando uno habla y camina. No la podemos encerrar dentro de nosotros mismos. Cuando la gente encuentre en tus ojos esa felicidad habitual, entenderán que ellos son los hijos amados de Dios. La alegría es muy contagiosa. Nunca sabremos todo el bien que una simple sonrisa puede causar. Sean fieles en las cosas pequeñas. Sonrían el uno al otro. Tenemos que vivir bellamente.
Si introducimos la oración dentro de la familia, la familia quedará unida. Se amarán los unos a los otros. Reúnanse por sólo cinco minutos. Es de allí de donde vendrá su fuerza. El tiempo que pasamos teniendo nuestra audiencia diaria con Dios es la parte más preciosa de todo el día. Quiero que Vds. llenen sus corazones con gran amor.
Hagan de sus casas - y de sus familias - otro Nazaret donde el amor, la paz, la alegría y la unidad reinen, porque el amor comienza en el hogar.
¡Que Dios los bendiga!

Este mensaje de la Madre Teresa, que apareció originalmente en el boletin "Co-Worker Newsletter" (Summer/Spring, 1989), es distribuido por Alianza Latinoamericana para la Familia, Apartado 1225, Carmelitas, Caracas, Venezuela